¿Dónde está el apoyo al talento ecuatoriano?
En Ecuador, la música en vivo está viva... pero marginada. Mientras los escenarios se llenan con artistas extranjeros traídos a punta de chequeras gordas y contratos millonarios, los músicos Ecuatorianos los que se dejan la piel ensayando en patios , tocando en bares, en plazas, en conciertos autogestionados, siguen esperando una oportunidad real.
¿Dónde están los espacios para ellos? ¿Dónde está el presupuesto para su arte? ¿Por qué tienen que pasar años antes de que una canción de un artista local con talento auténtico llegue a sonar en la radio o ser parte de un cartel importante? La respuesta es incómoda, pero clara: aquí, el que más paga, más suena. El talento, por sí solo, no basta.
Hay una maquinaria burocrática que asfixia las ganas. Formularios, convocatorias amañadas, promesas vacías y concursos donde los ganadores ya están elegidos. Los pocos que logran grabar, producir y publicar su música lo hacen con las uñas. Y aun así, lo que crean está lleno de fuerza, de raíz, de identidad.
Cuando llega un feriado nacional o una fiesta cívica, ¿Quiénes llenan los escenarios principales? Casi siempre, nombres importados. Como si la cultura valiera más si viene con acento extranjero. Como si no tuviéramos aquí mismo una materia prima artística tan rica como ignorada.
Esto no es solo un reclamo, es un llamado. A los organizadores, a los medios, a las instituciones, pero también a nosotros, el público: dejemos de mirar hacia afuera como si lo nuestro no valiera. Apoyemos lo que nace aquí. Compremos sus discos, asistamos a sus conciertos, compartamos su música. Es momento de dejar de ser sordos frente a nuestros propios sonidos.
Porque Ecuador suena. Y suena bien. Solo falta que lo escuchemos.
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